• May 17, 2024, 11:57 am
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Cuentas que no dan: la burla del “aumento integral” en Venezuela

Cuentas que no dan: la burla del “aumento integral” en Venezuela

Cuentas que no dan: la burla del “aumento integral” en Venezuela

Cuentas que no dan: la burla del “aumento integral” en Venezuela


Desde la Redacción Hasta que caiga la Tiranía

Este miércoles, cientos de trabajadores se movilizaron en Caracas y varias regiones para exigir, entre otras demandas, un salario mínimo equivalente al costo de la canasta básica de alimentos, superior a los 550 dólares al mes, según estimaciones independientes. Y el régimen salió con el mismo cuento del “aumento integral indexado”, la política de la bonificación del salario sin repercusión en prestaciones, porque se mantiene igual en 130 bolívares.

No hay que ser un gran economista para entender lo que dijo Nicolás Maduro en su anuncio: “lo llevo a 130 dólares indexados”. Indexados a la inflación por lo que lo más probable que este jueves, muchos precios amanecieron aumentados, pero el sueldo es el mismo desde hace varios años, desde que hubo un “ajuste” que lo llevó a 130 bolívares, que en aquel momento equivalía a 30 dólares al cambio, hoy ni siquiera roza los 4 dólares.

El caso es que tampoco habló en bolívares, la moneda oficial de Venezuela. Y eso que el régimen despotrica del imperio y utiliza su moneda como referencia, además permitió la dolarización de la economía, usada como referencia para fijar precios en Venezuela y por lo cual en nuestro país se tiene una de las inflaciones más altas del mundo, que no se compensa con los ingresos percibidos.

Y aunque Maduro no ofreció detalles sobre esta medida, el exministro de Trabajo y diputado chavista Francisco Torrealba explicó, a través de X, lo que ocurrió: el llamado “Bono de Guerra Económica” pasó de 60 a 90 dólares, mientras el de alimentación sigue en 40, para un total de 130 dólares.



Según un balance preliminar del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS), durante la jornada de este miércoles en ocasión del Día Internacional del Trabajo en el país se produjeron 36 protestas en 22 de los 23 estados. La principal exigencia: “aumento salarial y no de bonos”.

De nuevo, el régimen no escuchó el clamor de un pueblo que pide cambio político ante sus necesidades no satisfechas, como es la alimentación, la educación, la salud, la seguridad. Al 80 por ciento de la población sus ingresos no le permiten llevar una buena calidad de vida.

Y quienes se conforman con los "ajustes" es porque no están activos en la administración pública, dedicados a otras tareas para obtener otros ingresos, porque las cuentas no dan.

A través de X, la alianza unitaria expresó a los trabajadores su “compromiso” con la reivindicación de un salario justo y con “dejar atrás la nefasta política de Nicolás Maduro de empobrecer cada vez más a la familia venezolana”, lo que quedó en evidencia este miércoles; “una nueva burla al bolsillo del trabajador”.

Ante ello, esta coalición del sector opositor hizo un llamado a los trabajadores a organizarse para que el próximo 28 de julio, cuando se celebrarán las elecciones presidenciales, se pueda "materializar el cambio político", el "principal anhelo de la inmensa mayoría del pueblo venezolano" y "el paso decisivo a la recuperación de la economía del país y del salario".

Esta vez, el régimen no se excusó en que no podía hacer aumentos sustanciales; ahora ni siquiera las da, cuando los excedentes por impuestos se incrementan: a los pocos empresarios e industriales que quedan se les aumentan los impuestos, ni siquiera se les pide que lo registren, sino que “cancelen”; por impuestos aduanales cada vez es más evidente los productos de importación y otros ingresos fiscales de los cuales no se ofrecen cifras. Esto es el socialismo del siglo XXI, que algunos analistas llaman “capitalismo de Estado”, donde una cúpula se apropia de los recursos del erario público y ese “pueblo obrero” apenas recibe “migajas” como bonos, bolsas de comida, -cuyos alimentos no son los requeridos para una buena alimentación- como en los sistemas miserables que se escudan en la utopía del “socialismo” que en ningún país ha dado muestra de éxitos.